Parece que lo óptimo, en cuanto a respeto por el patrimonio y eficiencia, es la rehabilitación. Presentamos un caso de estudio sobre la conveniencia o no de demoler parte de una estructura.
En las entradas anteriores Reparación contra demolición (I) y (II), veíamos, desde el punto de vista histórico, económico, técnico y estructural, la necesidad de hacer un estudio previo para evaluar la validez de un edificio a la hora de rehabilitarlo o demolerlo. Vamos a ver un caso concreto de un edificio en el que la calidad y el estado de la estructura han condicionado la obra de rehabilitación.
En la redacción del proyecto de ampliación parcial, adecuación y reforma de un edificio de oficinas, levantado en los años setenta del siglo XX, se barajaba la opción de rehabilitar la estructura o bien demolerla parcialmente para rehacerla conforme a las exigencias actuales. El edificio, de siete plantas sobre rasante más un semisótano, es de estructura de pilares y vigas de acero, con forjados de viguetas de acero y bovedillas o rasillas cerámicas, sin capa de compresión.
Antes de comenzar la obra, y con parte de la demolición de acabados realizada, se encarga la redacción de un informe sobre las condiciones de la estructura y su rehabilitación.
La estructura principal de vigas y pilares estaba en aparente buen estado de conservación, con corrosión superficial en algunas zonas, pero sus secciones eran insuficientes para soportar las nuevas cargas, por lo que sería necesario reforzarlas.
Los mayores problemas de la estructura de vigas y pilares se detectaron en la deficiente ejecución de los nudos, con soldaduras defectuosas o inexistentes y casquillos inadecuados, lo que haría necesario rehacerlos o reforzarlos.
Los forjados, sin capa de compresión, y realizados de diferente manera según las zonas del edificio no cumplían la preceptiva resistencia ante el fuego, por lo que sería necesario reforzarlos y protegerlos. Los entrevigados estaban sueltos en algunas zonas, por lo que sería complicado anclar las nuevas instalaciones a los mismos. La protección al fuego debía realizarse por la cara inferior, buscando zonas no disgregadas o las propias viguetas para anclarla.
Como la estructura principal era sencilla de reforzar, al ser accesible por las obras previstas de reforma total de acabados e instalaciones, la duda estaba en la posibilidad de reforzar los forjados de acero existentes y mantenerlos, o bien demolerlos y sustituirlos por forjados de chapa colaborante apoyados en las vigas.
¿Cuáles son las ventajas de una y otra solución?
¿Es posible hacer una valoración de estas dos actuaciones?
¿Hay otras cuestiones de segundo orden en la toma de decisiones?
En la próxima entrada al blog veremos la solución elegida y lo que realmente inclina la balanza.
1 comentario en “¿Rehabilitación o demolición? (III) Un caso concreto de rehabilitación estructural”
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