¿Rehabilitación o demolición? (IV) Un caso concreto de rehabilitación estructural

Refuerzo de forjados y vigas de acero o demolición

Dejábamos en el aire las respuestas sobre la elección de demoler o reforzar 18.000 m2 de forjados de acero, de un edificio que va a reformarse por completo, en nuestro anterior artículo ¿Rehabilitación o demolición? (III).

Con todos los datos vistos: estructura de acero, forjados sin capa de compresión y entrevigados rotos, vigas y pilares con nudos deficientes y secciones escasas, entre otras características, se puede hacer una lista de ventajas e inconvenientes en ambas soluciones, y sopesar todos los factores que influyen antes de tomar la decisión de rehabilitar o demoler la estructura.

Refuerzo de forjados y vigas de acero o demolición

Esquema de refuerzo manteniendo las viguetas existentes (izda) y demoliendo los forjados (dcha)

Las ventajas de la sustitución total de los forjados eran:

1.- Solución constructiva homogénea para todos los forjados del edificio, lo que evitaría fisuras de continuidad entre forjados nuevos y antiguos y facilidad de intervención en obras posteriores.

2.- Igual altura libre en plantas e igual peso de todos los forjados.

3.- Facilidad en el refuerzo de los nudos, ya que estarán libres de viguetas y entrevigado.

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4.- Simplicidad en la ejecución de las vigas mixtas.

5.- Seguridad en el anclaje de las instalaciones fijadas a los forjados.

6.- Seguridad en la obra de ejecución de los forjados, ya que se realizará por tramos continuos, libres de obstáculos o huecos, y no por pequeñas áreas de actuación discontinua.

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7.- Cumplimiento de la seguridad requerida frente al incendio.

Y el inconveniente principal era demoler más de 18.000 m2 de forjados de acero.

En contrapartida, mantener los forjados existentes planteaba la ventaja de no tener que demoler tanta superficie, aunque sí algunas zonas. Pero los inconvenientes eran numerosos:

1.- La superficie de demolición podía verse alterada durante la ejecución de la obra, a la vista del estado general del entrevigado. También al actuar sobre cabezas de pilares, al picar para la realización del refuerzo de las vigas principales y de los propios nudos.

2.- La protección al fuego de los forjados quedaba en entredicho por la laboriosidad de los trabajos necesarios para ello, por el estado de falta de adherencia y fragmentación del entrevigado.

3.- A la vista del estado del entrevigado no se podía confiar en anclar sobre él las instalaciones, con lo que habría, bien que dejar previstos anclajes en toda la superficie del forjado, bien llegar con los anclajes a la capa de compresión o a las alas inferiores de las viguetas y volver a proteger al fuego después.

4.- Era necesario limpiar la cara superior de las viguetas para soldar los conectores a cada una de ellas para conformar el nuevo forjado.

5.- Al conservarse el apoyo de las viguetas sobre las vigas, se incrementaba la complejidad en el refuerzo de las vigas.

6.- Los cantos de forjado no serían homogéneos, ni la altura libre, y el peso de los forjados ya reparados sería mayor, incluyendo el peso muerto de los entrevigados.

7.- Incremento en los refuerzos de vigas, pilares y cimentación, por el mayor peso muerto de la estructura, al conservarse los entrevigados.

8.- Mayores dificultades y plazo en la ejecución de la obra. Las áreas de trabajo están fragmentadas. Las zonas de reposición obligatoria, de ampliación de estructura y las de refuerzo no están claramente separadas, lo que conlleva mayores medidas de seguridad en la ejecución.

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Todas estas condiciones se plasmaron en un presupuesto comparado. La conservación de los forjados resultaba un 30% más cara que la sustitución, por lo que se aconsejaba la sustitución total de los mismos.

Por otro lado, el plazo de la obra, un aspecto importante a la hora de elegir una solución, se acortaba, al facilitar la ejecución de los trabajos el hecho de demoler los forjados. También se tenía en cuenta que la demolición evitaría sorpresas sobre el estado real del entrevigado una vez comenzada la obra, y por tanto aquilataría el alcance de la rehabilitación.

Es muy importante destacar que el edificio no tenía ninguna protección histórica, que no era necesario conservar ningún elemento artístico, por lo que una intervención radical estaba plenamente permitida. Esta condición es, sin duda, prioritaria, y limita enormemente en algunas ocasiones la elección de soluciones estructurales, que han de ser compatibles con la preservación de elementos constructivos: techos, solados, escaleras, fachadas u otros cualesquiera, casi siempre adheridos a la estructura.

En nuestro caso la decisión de demoler los forjados estaba justificada, en orden de mayor a menor importancia, por los costes, por el plazo y por la simplicidad de ejecución. En menor medida porque el edificio con forjados nuevos sería más homogéneo y de fácil mantenimiento y simplicidad en intervenciones posteriores. Y estas fueron las conclusiones del informe.

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