La Villa, fundada por una orden militar en el siglo XIII, se encuentra en una suave ladera orientada al sur, y estaba amurallada en el momento de la compra de la misma por la familia Mendoza, como parte de su estrategia de control territorial, durante el reinado de Carlos V.
Para construirlo se demolió parte de la muralla, y se abrió a una nueva plaza hacia la que se orientará la fachada principal del edificio.
Las trazas del palacio, concebido como Casa Fuerte, responden más a una arquitectura defensiva que palaciega. Planta casi cuadrada, con torres en las cuatro esquinas, organización en torno a un patio central y muros casi ciegos, incluso con saeteras defensivas.
La obra inicial se terminará sin resolver el patio central ni levantar las torres de la parte trasera. La estructura de muros de sillería de piedra caliza se cubrirá con forjados de madera en la planta baja.
Artesonados de madera, diseñados por Covarrubias, cubrirán las salas de la planta noble. Se rematan sobre un friso con relieves figurativos que los convierten en obras renacentistas, diferenciándolos de artesonados puramente geométricos de períodos anteriores.
El palacio servirá de residencia a los Mendoza, y será encierro de la Princesa de Éboli, nieta de la fundadora, a causa de sus discrepancias con Felipe II. Años más tarde la corte se establece en Madrid, y las obras no se terminan, al encontrar las familias poderosas más interesante residir junto a los monarcas.
Tras siglos de abandono, cuidados y usos por parte de los vecinos de Pastrana, el palacio fue adquirido y restaurado por la Universidad de Alcalá.
Para la rehabilitación se ha de tomar una decisión importante: mantener el edificio inacabado o completar el volumen ideado por Covarrubias. Finalmente se incluirá la terminación del edificio sobre las trazas del siglo XVI y la construcción del patio, que se había resuelto provisionalmente con toscas estructuras de acero.
El proyecto, llevado a cabo por Antonio Fernández Alba, José Luis Castillo y Carlos Clemente, tiene dos aspectos fundamentales: por un lado la recuperación del edificio existente, dañado por siglos de abandono, y por otro terminar la parte inacabada.
La rehabilitación consistirá en la restauración de la estructura, albañilería y los acabados de lo existente. Para ello será necesario restituir dinteles, limpiar y recuperar trabazón y sillares de muros, restaurar la madera de los forjados y artesonados, y recuperar o reponer acabados.
Merece especialmente la pena mencionar la reposición de algunos arcos, en los que las dovelas se habían desplazado. Para ello se eliminó la argamasa y se recolocó cada pieza en su sitio, mediante gatos o puntales, rejuntando de nuevo con mortero.
También los artesonados se limpiaron y restauraron, gracias a la colaboración de Enrique Nuere. En ellos no se hallaron restos de color, como suele suceder en otros artesonados españoles. A cambio estaban en muy buenas condiciones, por lo que apenas hubo que sustituir piezas, y bastó con la limpieza y tratamiento de lo existente.
En la estructura de madera se colocaron prótesis de madera laminada en donde fue necesario. Las piezas válidas se han mantenido en lo posible, y en ellas se manifiestan los daños sufridos, a veces por ataque de xilófagos y hoy sanas.
El zócalo de azulejos se reconstruyó. Si bien se había previsto encargar nuevas piezas, en una de las reparaciones del siglo XX se habían apilado para su conservación dentro de uno de los muros, de forma que solo bastó con recuperar las piezas y recolocarlas.
Uno de los problemas que encontramos en las rehabilitaciones patrimoniales es la falta de documentación y la desaparición de partes del edificio sin que haya restos ni datos sobre los mismos. Este fue el caso de los solados, de los que no se hallaron vestigios, y se colocaron a la manera de otros edificios coetáneos, de barro con encintados de piedra.
La obra de la parte nueva abarcará la terminación de las torres, de las que se conservaba parte de la cimentación y soleras, y la construcción del patio. Se tomó la decisión de diferenciar con la piedra la construcción nueva de la antigua en las torres, lo que es respetuoso con los principios de la restauración patrimonial.
En cuanto al patio, una actuación bastante controvertida supuso la formación de una cubierta de cobre sobre el mismo, con un lucernario central que reproduce una estructura tradicional de cerchas de madera. Los apoyos perimetrales, de marcado acento industrial contrastan violentamente con los tradicionales muros de las cuatro pandas, revestidos de mortero de cal y con las carpinterías, en muchos casos originales de madera bajo dinteles de sillería. Sin embargo esta intervención logró dotar al edificio de un espacio amplio para reuniones y la resolución de muchos problemas de aislamiento térmico.
La adaptación de las instalaciones del edificio a las necesidades actuales se ha resuelto con el aprovechamiento de chimeneas, huecos y pasillos auxiliares. En todo momento se ha evitado practicar rozas en los muros de sillería o esconder estructuras para colocarlas. La instalación de climatización está centralizada en un pabellón anexo, junto a los jardines, en la parte trasera del edificio.
La recuperación del Palacio Ducal es una obra imprescindible, que ha permitido rescatar un edificio de arquitectura renacentista española de primer orden y ponerlo al servicio de los ciudadanos.
Agradecemos a Enrique Fernández Tapia, director facultativo de la obra, la visita al edificio y las fotografías que ilustran la rehabilitación.
Autora: Ana Fernández-Cuartero Paramio
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2 comentarios en “Rehabilitación del Palacio Ducal de Pastrana”
La cubierta se ve proyectada con espuma rígida de poliuretano de abajo-arriba por el interior y como es un material tremendamente inflamable si hay un foco de fuego en esa zona el Palacio entero arde en un un momento. Incendio en la planta de Campofrio, Burgos; Incendio en el Pabellón de los Descubrimientos, Sevilla 1.992 etc…
Sí, efectivamente. Hay que tener cuidado con la inflamabilidad del poliuretano.
Muchas gracias por su comentario.