Una plegadura a dos aguas resuelta con estructura de fábrica armada permite ejecutar una estructura que es a la vez el acabado interior del espacio bajo cubierta.
La obra se realizó con fábrica armada, aunque en el proyecto de rehabilitación del Seminario Mayor de Comillas estaba previsto, sustituir la estructura existente, en muy mal estado, por una de madera laminada. La cubierta debía resolverse dejando diáfano y habitable el espacio inferior abuhardillado.
Los arquitectos Eduardo Pesquera y Jesús Ulargui, de UP Arquitectos, junto con Alberto Alonso, Joaquín Barrientos, Eduardo Fdez.-Abascal y Floren Muruzábal fueron los autores del proyecto de rehabilitación y la dirección facultativa.
Durante las obras se hizo la propuesta de cambiar la madera por fábrica armada, debido a la complejidad de ejecución de una superficie con gran cantidad quiebros, lo que requería muchas uniones atornilladas complejas.
A parte de las ventajas constructivas, también se propuso utilizar la fábrica armada para mejorar la protección al fuego. En la propia fábrica armada estaba contemplada la estabilidad al fuego reglada, sin tener que acudir a protecciones adicionales, por lo que la fábrica podía quedar como acabado interior.
La luz entre los muros laterales era de 10 m, y además estos muros debían ser rehechos, debido a sus malas condiciones de conservación. La longitud total de la nave a cubrir era de 34 m.
Con estas premisas se optó por realizar unas plegaduras de fábrica armada que permitirían salvar la luz entre ambos muros sin necesidad de reducir altura, al organizar muros y faldones de cubierta en una estructura única de fábrica armada.
De igual forma se integraron las mansardas que había en la cubierta original, al realizarlas con fábrica y enlazar con la estructura principal de los faldones.
La estructura funciona de manera que cada arista de la plegadura hace converger sobre sí las tensiones, de forma que se convierte en un “pata” de la estructura y dirige los esfuerzos hacia los apoyos perimetrales. En cada quiebro aparece otra arista que redirige el esfuerzo hasta el final del plano.
Los nervios transversales sirven para contener la deformación de las zonas planas, muy esbeltas y por tanto poco rígidas. También impiden que la lámina se abra hacia los muros, al controlar los esfuerzos horizontales.
Los muros piñones se integran en la estructura y funcionan como diafragmas en los últimos tramos del muro, para contener las deformaciones transversales en esas zonas, que podrían arruinar la estructura.
Para que sea posible el comportamiento como diafragma, al muro de fábrica existente, en condiciones de trabajo insuficientes, se le añadió un refuerzo por la cara interior, que se conecta mediante llaves al original, de forma que es capaz de trabar los pórticos transversales trabajando en su propio plano.
Debido a la gran longitud de la nave, en el proyecto de rehabilitación se propuso ejecutar la fábrica armada en tramos, con un encofrado deslizante que perimtiera establecer fases. Finalmente el encofrado se hizo de toda la longitud, y sólo se verificaron fases en el hormigonado y desencofrado de los diferentes tramos de la plegadura.
El interior se encaló para mejorar las condiciones de iluminación, y se dejó completamente vista la fábrica estructural, tanto en los planos de los faldones como en las mansardas.
Las nervaduras se construyeron por la cara superior de la plegadura, para dejar el interior plano. Los espacios entre nervaduras son la cámara de la cubierta en la que se colocó el aislamiento, y sobre todo ello el plano de acabado de teja.
Como veíamos en el artículo sobre Eladio Dieste y las iglesias de Alcalá, la fábrica armada es un material que reúne las condiciones óptimas de estructura y envolvente de forma simultánea y versátil.
Autora: Ana Fernández-Cuartero Paramio