La adaptación de edificios singulares a usos nuevos permite conservar nuestro patrimonio edificado.
Con motivo de la XI Semana de la Arquitectura, organizada por el Colegio de Arquitectos de Madrid, ha sido posible visitar algunos de los edificios que forman parte del Patrimonio arquitectónico e histórico la ciudad. Muchos de ellos son obras recientes, otros, aún siendo antiguos, mantienen el uso para el que fueron levantados, pero algunos se han reinventado y con apenas algunas obras de modificación han logrado sobrevivir a pesar de la extinción del motivo que los hizo aparecer. Como se explicaba en la entrada Carlos III-Platea, es necesario salvar de la demolición algunas obras maestras de la arquitectura, pero es necesaria mucha imaginación y recursos para asignarles un nuevo uso compatible con el espacio existente.
La fábrica Martini- Rossi, situada en la Avenida de Aragón 328, es un ejemplo de nave industrial que, perdido el uso, continúa siendo un interesantísimo edificio, mezcla de sala de exposiciones, oficina y taller.
El crecimiento de la ciudad ha incorporado dentro del núcleo urbano numerosos polígonos industriales que antes estaban en las afueras, por lo que las naves de producción y almacenaje han sido en su mayoría demolidas y sustituidas por construcciones de diferente tipo. En concreto, en la zona de la autovía A2 en donde se ubica la nave, aún conviven naves de almacenaje, hoteles y oficinas, combinados con algunas viviendas y un centro comercial de grandes dimensiones.
El complejo industrial Martini- Rossi, construido en 1959-61 sobre el proyecto de Jaime de Ferrater Ramoneda, constaba de cuatro edificios para las diferentes labores que entrañaba la producción y el embotellado del licor. Destaca la nave principal para embotellado, con una característica estructura de arcos parabólicos paralelos de hormigón armado de los que cuelgan las grandes vigas del forjado principal. La estructura configura el edificio, ya que a ella se adosan con discreción los cerramientos laterales acristalados, que respetan la inclinación de los arcos. La imagen de marca de Martini- Rossi queda así asociada en Madrid a esta fábrica durante decenas de años, ya que, además, al estar muy próxima a la autovía A2, era fácilmente reconocible desde la misma.
Además de este edificio emblemático, un bloque de oficinas marcadamente racionalista y dos naves más en la parte trasera, con entrada desde una calle posterior, destinadas a almacenaje y talleres, forman el conjunto industrial.
La rehabilitación, reestructuración y adaptación llevada a cabo por el arquitecto Carlos Ferrater Lambarri, sobrino del autor del edificio original, en 2007 ha respetado no solo la imagen exterior sino el funcionamiento estructural del edificio principal, y ha renovado instalaciones, acabados, carpinterías y aislamientos, para hacer el complejo industrial apto para oficinas, algunos talleres y sala de exposiciones de mobiliario urbano de la casa JCDecaux.
Se ha comprobado la capacidad de la estructura original de la planta alta, proyectada para mucha más carga de la que ahora soporta, ya que almacenaba los envases vacíos listos para su llenado en la planta baja.
Merece la pena destacar el respeto por los ritmos de muro-ventana, por el color blanco de los paramentos originales. Es muy importante la potenciación de la nave de arcos parabólicos como fuerte imagen de marca, así como la introducción de nuevos usos y materiales en los interiores de la zona de oficinas, sin intervenir apenas en el volumen general de la construcción.
Una de las naves accesorias está techada con cerchas mixtas de hormigón y acero, sin duda una estructura testimonio de toda una época de la construcción en España, en la que la eficiencia de los materiales, escasos y caros, era fundamental y estaba por encima de la dificultad de la puesta en obra y la complejidad del proceso de fabricación.