La construcción de estructuras de ladrillo se basa en que la colocación del material ha de ser tal que resista las tensiones principales de forma perpendicular a la junta.
Las estructuras de ladrillo tienen una gran resistencia a compresión. Se trata de un material que, combinado con mortero de cemento o de cal, puede resistir a compresión tanto como el hormigón. Sin embargo, la naturaleza pétrea de las piezas y las juntas de mortero lo hacen poco conveniente para trabajar a tracción.
El tamaño de las piezas cerámicas, todas iguales, muy manejables y apilables, permiten que el aparejo se oriente de diferentes maneras para adaptarse a las formas de trabajar de las posibles estructuras de ladrillo. Podríamos definir el ladrillo como una mampostería de piezas artificiales.
Para construir una estructura de ladrillo que sea capaz de salvar y cubrir una distancia horizontal, se recurre a la construcción de una bóveda, en la que las piezas se van adaptando a la curvatura de la superficie, colocándose de canto.
La bóveda puede contar con una o varias roscas de ladrillo a sardinel, como vemos en esta bóveda del siglo XVII, en la que se ha producido una rotura en la clave, y se puede ver el canto de la misma, o en la imagen anterior, en los restos romanos de Mérida (Badajoz).
La colocación de las piezas cerámicas puede obedecer a un orden en espina de pez, como en estas bóvedas de arista.
El peso de la bóveda y la carga que pueda apoyar sobre ella se desvía por la curvatura y se traslada a los apoyos laterales, con una fuerte componente horizontal que se ha de compensarse en los arranques, como pudimos analizar en el artículo sobre el comportamiento de las bóvedas de sótano.
En función de la colocación de las piezas, estas estructuras de ladrillo transmiten las cargas, siempre de forma perpendicular a las juntas, sea en las bóvedas de rosca o en las de espina de pez.
En la clave de la bóveda apenas hay tensiones, por lo que puede ser mucho más fina, como en ésta imagen en donde no hay fábrica y la tierra, húmeda, no se desprende.
De forma similar trabajan los arcos. La curvatura del arco y la colocación de los ladrillos a sardinel logran salvar distancias y resolver el apoyo de otras estructuras o cubiertas en puntos intermedios, como en esta Iglesia en Trinidad, Cuba.
En los arcos, las dimensiones y geometría de los ladrillos permiten construir formas muy complejas, con curvas y contracurvas que finalmente hacen llegar las cargas a los apoyos laterales. Arcos conopiales, carpaneles, polilobulados son posibles con fábrica.
La clave del arco se puede resolver, como en estos que sujetan bóvedas, con los ladrillos puestos en horizontal, pues son mínimos los esfuerzos, y se enriquece el diseño.
En los muros de ladrillo éstos se apilan de forma perpendicular a la carga, y las llagas contrapeadas llevan a un reparto de cargas homogéneo. Sólo en algunas ocasiones se hace recomendable aplicar contrafuertes o armaduras que los refuercen para resistir empujes laterales de viento, o de terreno, como veíamos en nuestro artículo sobre muros de contención.
También en los muros de ladrillo se pueden colocar las piezas en espina de pez, como vemos en las bóvedas, dando lugar al Opus reticulatum romano, con la misma descomposición vectorial de los esfuerzos que hace que las piezas trabajen a compresión.
Las estructuras de ladrillo para dinteles han de tener una leve curvatura, de forma que no se desprendan y se suelten las piezas centrales.
Si el sardinel no dibuja el arco de descarga, al no tener un esfuerzo de compresión que mantenga unidas las piezas, las juntas se abrirán, dejando caer, en última instancia, los ladrillos del centro.
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1 comentario en “Estructuras de ladrillo: arcos y bóvedas”
Son buenos ejemplos los ilustrados en este espacio, tal vez convendría un poco de orden didáctico para mejor comprender estos sistemas constructivos.