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¿Por qué el lobo logra derribar las casas de los cerditos?
Os invitamos a compartir una fábula bien construida sobre la previsión, la diversión y la solidaridad.
La población de lobos en la península ibérica ha aumentado en los últimos años. Según estimaciones oficiales unas 300 manadas, cerca de un 20% más que hace una década, ocupan más de 90.000 km2, alrededor de una quinta parte de la superficie de España.
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El incremento en el número de lobos y su extensión territorial aumentan también el número de ataques al ganado. Más de 7.500 cabezas de ganado fueron atacadas por lobos en España el año pasado. Los ataques afectan principalmente al ganado ovino, caprino y vacuno, pero también al equino y, por supuesto, al porcino.
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En 1933 Walt Disney gana el Óscar de la Academia de Hollywood al mejor cortometraje de animación con la producción “Los tres cerditos”. Dirigida por Burt Gillett, sobre guión de Boris V. Morkovin y música de Carl Stalling y Frank Churchill (autor de la famosa canción “Who’s Afraid of the Big Bad Wolf?”), se trata del trigésimo sexto corto de los 75 que forman la serie “Silly Symphonies” —las famosas sinfonías bobas— de la factoría Disney.
El cuento es una variante porcina de la fábula de la cigarra y la hormiga que nos habla, entre otras cosas, de la búsqueda de protección, las bondades de la previsión, el esfuerzo y el tesón, o la renuncia al placer inmediato por el logro de recompensas a más largo plazo… La historia es harto conocida. Fijémonos, sobre todo, en los aspectos constructivos que hay en el relato.
El cerdito flautista levanta en muy poco tiempo una construcción muy precaria de planta circular, con pilar central, cubierta cónica con leve inclinación y revestimiento de paja. Se trata de una choza altamente inflamable, inadecuada en caso de precipitaciones y, por supuesto, no apta para vendavales, a medio camino entre el interior de la ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga en Soria y el típico parasol playero de cubierta de brezo.
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El cerditoviolinista construye en algo más de tiempo una cabaña de planta cuadrada, estructura de madera, revestimiento de troncos de árbol, solado de tarima y cubierta inclinada. La vivienda también carece de ventanas pero cuenta, al lo menos, con un sencillo sistema de calefacción mediante una modesta estufa de hierro. La construcción adolece de los mismos defectos que la anterior, aunque de manera más moderada.
El cerdito pianista completa una vivienda unifamiliar más compleja y sólida de planta rectangular, construida con fábrica de ladrillo y mortero de cemento (a prueba de lobos, se nos advierte), cubierta a dos aguas de teja árabe y óculo en la fachada principal de la vivienda, enlucida con cal y pintura (también a prueba de lobos). Tanto la chimenea como la cama y el propio piano son, naturalmente, construcciones de “brick and mortar”.
Los tres instrumentos musicales —pífano, violín y piano, o viento, cuerda y percusión— guardan cierta relación con los aspectos constructivos del cuento. Así la choza del cerdito flautista desaparece en cuestión de segundos por efecto del soplo huracanado del lobo feroz; el entramado de ramas y troncos que recubren la cabaña del cerdito violinista se une a la estructura de madera mediante cuerdas; y sólo la acción de un potente mecanismo percutor podría derribar los sólidos muros de la vivienda del cerdito pianista.
La vestimenta de los tres cerditos proporciona asimismo alguna pista sobre su distinto grado de precariedad constructiva. Los cerditos más vagos visten uniforme de marinerito de la Armada, con mayor graduación en el caso del violinista, aunque ambos —como en el caso del cerdito Porky, la creación animada de Friz Freleng para la Warner Bros de 1935— carecen de pantalón, lo que subraya su natural despreocupación y desvergonzonería, y sugiere una cierta vulnerabilidad. El cerdito pianista, por el contrario, viste mono de trabajo y gorra de visera, pero carece del preceptivo casco protector, y no consta que haga uso de arnés cuando se sube al andamio.
El proyecto del cerdito pianista es, a todas luces, la solución constructiva más correcta para defenderse del ataque del lobo feroz, pero resulta también una solución algo excesiva. En explotaciones ganaderas extensivas basta con colocar cercados convencionales o electrificados y reforzar la protección con perros guardianes.
En el caso de la ganadería intensiva o mixta se pueden plantear distintos tipos de estabulaciones, adaptadas al tamaño de la piara. La siguiente imagen ilustra una pocilga o cochiquera individual, dotada de comedero, abrevadero y sistema de drenaje, adecuada para pequeñas explotaciones y posibilidades de desarrollo modular.
Para las grandes explotaciones viene bien tirar del archifamoso “Arte de proyectar en arquitectura” de Ernst Neufert, profesional formado en la sede de la Bauhaus de Weimar y auténtico oráculo de la profesión hasta que aparecieron internet y los socorridos tutoriales. Este manual recoge, entre otros proyectos, pocilgas de cerdos de crianza para piaras de 20-100 cerdas de cría, o pocilgas de cerdo de cebado para piaras de 200 a 1.000 plazas, con almacén de grano y preparación de pienso.
Después de estas líneas cabe dar contestación a tres preguntas; una la que nos plantea el «tío Walt»: ¿quién teme al lobo feroz?; otra formulada por el dramaturgo Edward Albee o el cineasta Mike Nichols: ¿quién teme a Virgina Wolf?; y la última la que propone el pionero del Nuevo Periodismo Tom Wolfe, preocupado por los devastadores efectos del Movimiento Moderno sobre la arquitectura contemporánea: ¿quién teme a la Bauhaus feroz? La respuesta en todos los casos es la misma: con una correcta construcción, ¡ningún cerdito!
¡Feliz verano!
Imágenes: Foto lobo, cerdos y parasol gracias a http://pixabay.com