Explicamos en este artículo un caso de “movimientos” que aparecieron en una estructura terminada y sus causas.
A finales de agosto se terminó una obra de ampliación de un edificio de uso público. La nueva construcción está aneja a la original y consta de una estructura de pilares, vigas metálicas y forjados de chapa colaborante, en parte apoyada sobre la estructura, también metálica, del edificio original.
El terreno es de carácter variado, con gravas y rocas disgregadas bajo la zona antigua y de granito en la zona de la ampliación.
Una escalera completamente metálica para evacuación de emergencia está adosada al muro más occidental de la ampliación.
A finales de septiembre el edificio estaba en pleno uso y se comenzaron a notar algunas vibraciones. No eran de gran envergadura, pero como la construcción estaba recién terminada, los usuarios pensaron que podía tratarse de algún defecto constructivo que podía provocar daños.
Los movimientos eran pequeños, como un bamboleo, y sin hora fija. Algunos usuarios los notaban y otros no. Sin embargo no se detectaron daños tales como fisuras, grietas, desprendimientos o deformaciones, por lo que se estimó que los movimientos no podían ser muy graves. Los testimonios eran algo confusos sobre la intensidad de los mismos.
Previamente se hicieron algunas consideraciones:
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Podían ser transportes u obras cercanas (ejecución de excavaciones, pilotes, derribos…), pero no las había.
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En estos días hubo fuertes cambios de temperatura, propios del final del verano, que podían incidir en la dilatación de la estructura más expuesta al sol y provocar contracciones bruscas que generan movimientos, muy especialmente en las estructuras metálicas. Pero las horas de los movimientos no coincidían con los posibles efectos de los cambios térmicos
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La escalera de incendios, orientada a poniente, podía tener algún defecto en el anclaje y de alguna manera “tirar” de alguna pieza anexa.
La dirección facultativa, la constructora y los consultores de la estructura fueron a visitarlo. Efectivamente no había ningún daño en la estructura. No se apreciaban desperfectos en los acabados, o deformaciones.
Los movimientos se apreciaban en zonas cercanas y alejadas de la escalera de incendios, lo que descartó esta estructura como causante del problema.
Finalmente se descubrió la causa de la vibración. Estaba en la proximidad de una línea de tren. Habitualmente pasan trenes de cercanías, pero en algunas ocasiones la vía sirve para trenes de más tonelaje y velocidad. El paso de estos convoyes provoca una vibración en el terreno que encuentra un transmisor ideal en la roca granítica compacta y la estructura metálica. La parte antigua del edificio, asentada sobre terreno más disgregado, recibe la vibración atemperada por este medio. Sin embargo el granito es un excelente transmisor, y la onda se recibe perfectamente y se deriva directamente a la estructura metálica.
Las viviendas próximas a la red de metro en la ciudad suelen vibrar al paso de los trenes, a veces de manera muy notable, y sobre todo si son de estructura metálica. Los inquilinos suelen estar acostumbrados a ello.
Existe una normativa al respecto, que estudiaremos en artículos en el futuro, también en cuanto a túneles ferroviarios bajo las edificaciones o en terrenos tangentes a las mismas, que obligan a tomar medidas de precaución contra las vibraciones en los edificios.
Fotografías: Miguel Serra