Un paseo por el claustro de Nuestra Señora de la Soterraña, en Santa María la Real de Nieva, en el que destacan no sólo los relieves de sus capiteles, sino también su estructura y la buena conservación de este conjunto arquitectónico.
De planta cuadrada, el claustro de Santa María la Real está adosado al lado sur de la iglesia. Se trata de un claustro homogéneo, en el que los cuatro lados son iguales, cerrados con arcos apuntados sobre un peto. En otros claustros góticos se sobreponen estilos y épocas, como vimos en Valbuena.
Los huecos se organizan en grupos de 3 y 4 arcos, separados por pilastras. Hacia el interior del claustro se refuerzan con sólidos contrafuertes. Aunque de época tardía, la amplitud de los huecos, muy bajos en el muro, y la proporción de los contrafuertes es más propia del románico y primer gótico de transición.
En la esquina suroeste desaparece el peto y las columnas bajan hasta el suelo, para realizar la entrada al interior del claustro, ajardinado y con un pozo en el centro, aún hoy con agua.
La estructura de la cubierta es de forjados de madera sobre vigas transversales apoyadas en ménsulas y cubierta con teja a la segoviana, sin cobijas. En el claustro de Santa María la Real había una planta superior, construida en el reinado de los Reyes Católicos y desaparecida actualmente.
La arquería es doble. La superior, ciega, está decorada con motivos vegetales. Diversos motivos forman las ménsulas de arranque de los arcos.
Los muros interiores de las cuatro pandas del patio son lisos, están revocados. Sólo se abren para acceder a las estancias contiguas mediante sencillas puertas. La sobriedad de cubierta y muros nos lleva a examinar con más detalle las aperturas de los arcos y los capiteles.
En el claustro de Santa María la Real toda la decoración se concentra en los capiteles. En los capiteles se representan todos los estamentos de la sociedad. Los campesinos o el pueblo, con sus oficios o labores agrarias.
La iglesia, especialmente la comunidad dominica, que es la fundadora del monasterio.
La nobleza, tanto en justas de caballeros como en escenas de caza.
Y también motivos heráldicos.
Escenas de la biblia que ilustraban sobre los acontecimientos más importantes.
Y escenas de naturaleza real o mitológica.
Entramos en el refectorio, adosado al sur del claustro y preparado para el almuerzo del domingo. Bajo las bóvedas de crucería y el decorado púlpito gótico, la mesa lista.
La rehabilitación ha sabido mantener lo existente, con intervenciones no invasivas sino conservadoras con los materiales originales. Es muy interesante la sustitución del suelo del refectorio con baldosas de barro. No hay aplicación de cemento sobre ninguno de los muros. Sobre la capilaridad no se actúa con la colocación de dañinas barreras impermeables.
Autora: Ana Fernández-Cuartero Paramio