Recogemos en este artículo la evolución de un edificio que lleva casi mil años de historia y construcción ininterrumpida y al que se le ha encontrado, en el siglo XXI, un uso compatible con la estructura de monasterio, además de ser la sede permanente de las Edades del Hombre.
Iniciado en el siglo XII, por iniciativa de Dª Estefanía de Armengol el monasterio se adscribe inmediatamente a la orden del Císter. La construcción se comienza en los primeros años del gótico, lo que se puede apreciar en la panda este del claustro, con estructura de arcos menos apuntados y sin óculos. Las otras pandas se levantan más ligeras.
El programa de usos es el propio de esta regla: una gran iglesia junto a un claustro con sala capitular, refectorio, sala de trabajos y viviendas de los monjes. Situado en la Ribera del Duero, desde su fundación está muy vinculado a la producción de vino.
La iglesia se organiza en planta de cruz latina, con cúpula sobre trompas, desde el ábside va creciendo hacia los pies, con tres naves y columnas sencillas con decoraciones geométricas muy simples.
En el acceso occidental se construye, a media altura, un coro en el siglo XVI, con bóvedas de crucería rebajadas.
Sobre la cúpula se añadirá un cimborrio barroco, que, junto con la colocación de retablos en la cabecera y en los laterales de la nave, dará un contrapunto decorativo de gran profusión y contraste con la sobriedad original del monasterio.
La capilla lateral, privada, de los inicios de la fundación de la iglesia, conserva pinturas de temas religiosos, escenas de una batalla entre musulmanes y cristianos y un retrato de la que parece ser la hija de la fundadora, la Condesa Dª Urraca, junto al rey Alfonso. Esta capilla, al principio con acceso independiente desde el exterior, será modificadas para darle un nuevo uso como sala capitular, al convertir la original en sacristía de la iglesia.
Las transformaciones son constantes a lo largo de los años y de los siglos. Ya en el renacimiento se incorpora la segunda altura del claustro. Arcos de medio punto con el intradós decorado se superponen, sin conservar siquiera el ritmo con los arcos apuntados de la primera planta, reforzados éstos con contrafuertes de grandes dimensiones que desaparecen en la planta alta.
En las enjutas, los medallones son retratos de personajes ilustres, acomodándose al nuevo humanismo renacentista y en contraposición de las decoraciones vegetales y sencillas de la parte cisterciense.
La desamortización de Mendizábal lleva al convento al abandono, sólo queda en uso la iglesia, que sirve al nuevo municipio de San Bernardo, fundado en los años cincuenta del siglo XX.
El Obispado de Valladolid recompra el convento y se encarga de la primera rehabilitación en los años sesenta del siglo XX. Posteriormente se decidirá destinarla a sede de las Edades del Hombre, y en ella se conservan, restauran y clasifican los tesoros de esta iniciativa.
Pero el uso que garantiza el aprovechamiento y la explotación de este edificio de incontable valor patrimonial es el balneario que se ha construido aprovechando del edificio la planta superior del claustro, la zona de habitaciones, y haciéndolo crecer hacia el Duero, sin sobresaltos, con la misma filosofía que el convento original.
Todo el conjunto resulta ser armónico. A pesar de los muy distintos estilos que en él conviven, se ha logrado una gran armonía y resulta un ejemplo de conservación, rehabilitación y compatibilidad de usos.